TERRORES NOCTURNOS EN NIÑOS: ¿QUÉ SON Y CÓMO AYUDARLOS A DORMIR MEJOR?

En muchas casas, la hora de acostar a los niños a dormir es bastante caótica, ya que por diversos motivos no quieren hacerlo. Según estadísticas, uno de cada tres niños tiene problemas para dormir, lo que conlleva consecuencias para ellos.

Los niños que duermen menos horas de las aconsejadas tienden a estar más irritables al otro día, les cuesta poner más atención en el colegio (interfiriendo en sus aprendizajes y memoria) e incluso pueden llegar a desarrollar ansiedad, si esta situación se mantiene en el tiempo. Por supuesto lo dicho anteriormente también afecta a toda la familia, sobre todo a los padres. Se recomienda que los niños de 6 a 8 años duerman 11 horas, de 9 a 11 años duerman 10 horas y de 12 años o más 9 horas.

Hay diversas causas que pueden provocar la falta de sueño en niños, siendo algunas los miedos y temores nocturnos o preocupaciones (por ejemplo por deberes del colegio, conflictos con amigos o familia, entre otros), que interfieren en el dormir. Dormir menos tiempo del necesario, puede traer problemas de tipo fisiológico, que hacen que sea complejo para el niño conciliar el sueño al día siguiente, lo que hará que se cree un “círculo vicioso de falta de sueño”.

En este artículo nos enfocaremos en los terrores nocturnos y cómo ayudar a los niños a dormir. Un terror nocturno es un trastorno del sueño que se parece a una pesadilla, pero la diferencia es que no se recuerda.

¿Qué son los terrores nocturnos?

El sueño pasa por distintas fases. Cada una de ellas se asocia a una actividad cerebral, y la fase de movimientos oculares rápidos (REM) es cuando tienen lugar la mayoría de sueños.

Los terrores nocturnos ocurren durante el sueño no REM. A diferencia de las pesadillas (que ocurren durante el sueño REM), un terror nocturno no es un sueño, es una reacción inesperada de miedo que tiene lugar durante la transición de una fase de sueño a otra. Los terrores nocturnos tienden a manifestares dos o tres horas luego que el niño se duerme. Por lo general, esta transición sucede tranquilamente, no obstante, en ocasiones el niño se asusta, pudiendo incluso gritar y moverse mostrando angustia. Después de unos minutos logrará calmarse y volver a dormir.

Los terrores nocturnos son poco frecuentes, ya que afectan entre el 3 y el 6% de los niños, mientras que prácticamente todos los niños tienen alguna pesadilla de vez en cuando. Los terrores nocturnos tienden a aparecer entre los cuatro y doce años, pero también se han descrito en niños de sólo 18 meses, siendo más comunes entre los 3 y 7 años de edad.

¿Qué provoca los temores nocturnos?

Aún no se ha encontrado una causa específica. Algunos especialistas creen que pueden ser hereditarios.

Se ha visto que los terrores nocturnos se han presentado en niños cansados, enfermos, estresados o fatigados, que estaban tomando un medicamento nuevo o dormían en un entorno nuevo o lejos de su casa. Por lo que es estar expuestos a factores de estrés puede facilitar su aparición.

Un niño puede tener un episodio de terror nocturno aislado o varios antes de que este tipo de episodios desparezcan por completo. La mayoría de las veces desaparecen solos a medida que va madurando el sistema nervioso, y se espera que a los 6 años desaparezcan por completo.

¿Cómo reaccionar ante los terrores nocturnos?

Los padres pueden sentirse atemorizados ante los terrores nocturnos, incluso con una sensación de impotencia de no poder consolar a sus hijos. Frente a un terror nocturno se sugiere esperar pacientemente a que pase y asegurarse que el niño no se hace daño si es que se está moviendo. Generalmente los niños se tranquilizan y vuelven a dormir pasados unos minutos.

Se recomienda no despertar al niño durante un terror nocturno, ya que el niño podrá sentirse desorientado y confundido y se le hará difícil tranquilizarse y volver a conciliar el sueño.

¿Qué hacer para promover un mejor dormir y ayudar a evitar terrores nocturnos?

1. Tener y mantener una rutina para antes de acostar al niño que sea simple y relajante. Por ejemplo, apagar el televisor y otras pantallas una hora antes de dormir, contarle un cuento, comer a la misma hora, darle un baño con aceites como el de lavanda que ayudan a calmar. Incluso se puede poner esta esencia en la pieza.

2. Se puede enseñar a los niños la siguiente rutina para conciliar el sueño:

a. Despedirse: hacer una actividad que le “diga” al cerebro del niño que ya es hora de ir a dormir. Por ejemplo despedirse de los papás, tomar un vaso de leche, ir a lavarse los dientes. La idea es que esta actividad debe ser la misma todas las noches.

b. Acomodarse: es lo que se hace al meternos a la cama para ayudar al cuerpo a relajarse y prepararse para dormir. Puede ser acurrucarse un rato con alguno de los padres, leer o escuchar un cuento, escuchar música tranquila. Estas actividades deben ser calmas, no se recomienda ver televisión, jugar videojuegos o usar el computador. También se sugiere hacer la misma actividad todas las noches.

c. Adormilarse: encontrar una postura cómoda en la cama, cerrar los ojos y relajarse (respirando).

3. Disminuir posibles focos de estrés como peleas con hermanos, discusiones por el colegio, quedarse haciendo trabajos o tareas escolares hasta tarde, entre otros.

4. Disminuir la intensidad y energía de los juegos cuando se acerca la hora de dormir, ya que los activará posponiendo la hora de sueño. Preocuparse que coman alimentos ligeros y fáciles de digerir para promover un mejor descanso (dejar de lado dulces y chocolates ya que activan a los niños) y preocuparse que la pieza tenga una temperatura adecuada.

Si luego de todas estas recomendaciones el niño continúa con sus terrores nocturnos o aumenta su intensidad o frecuencia, se sugiere consultar con un especialista del sueño (neurólogo), psicólogo o psiquiatra.

Más información en: http://kidshealth.org/es/parents/terrors-esp.html y libro “Qué puedo hacer cuando me da miedo irme a la cama” de Dawn Huebner, Ed. Tea.

Ps. M. Francisca Soto T.