LA IMPORTANCIA DEL PERDON

“Perdón” es un palabra que solemos escuchar frecuentemente en el día a día, cuando nuestro seres queridos se arrepienten de algo que nos hicieron o simplemente cuando alguien nos pasa a llevar caminando la calle. Es incluso, uno de los primeros valores que les enseñamos a nuestros hijos, junto con dar las gracias y pedir por favor. Podemos recordarnos diciendo: “¡pídele perdón a tu hermano!” o “tienes que perdonarlo porque lo hizo sin querer”. Sin embargo, cabe preguntarse ¿con qué frecuencia nosotros como adultos perdonamos a los demás?

Muchas veces las personas no perdonan porque es doloroso, ya que implica no sólo reconocer nuestras vulnerabilidades, sino también ser capaces de reponernos y superar esos sentimientos. A otras, les cuesta porque construyen sus relatos de vida desde una posición de víctima, en donde “sufren” de los agravios producidos por terceros, los cuales son siempre culpables. Les es difícil soltar la experiencia, pasando gran parte del día ofendidos pensando en aquello inaceptable que les hicieron.

Existen estudios que avalan que las personas que tienden a perdonar a los demás tienen menos problemas de salud, sienten menor estrés y disminuyen sus probabilidades de sufrir dificultades cardiacas. Incluso, se ha investigado que las personas mayores tienden a perdonar con mayor frecuencia que las jóvenes, por lo tanto, la sabiduría nos hace más comprensivos y compasivos. Pese a ello, sabemos que no es fácil perdonar. Fred Luskin, destacado investigador en el perdón de la Universidad de Stanford, señala que perdonar no tiene que ver con justificar el comportamiento de otras personas, sino tener la capacidad de desprenderse del pasado para ir sanando y construyendo hacia el futuro. Además señala algunas técnicas para aprender a perdonar:

1. Toma conciencia de qué es exactamente lo que te molestó de la situación o qué es puntualmente lo que no está bien. Luego cuéntale tu experiencia a un par de personas de confianza.

2. Has un compromiso contigo mismo para hacer todo lo necesario para que te sientas mejor. El perdón tiene que ver con tus sentimientos, no con los de la otra persona.

3. El perdón no significa necesariamente una conciliación ni una condolencia de un acto, sino con encontrar la manera de tener paz y entendimiento de una experiencia, en donde se aprende a no tomarla personalmente.

4. Encuentra la perspectiva adecuada de la situación, reconociendo que el malestar primario proviene de que hirieron tus sentimientos, provocando sufrimiento en el aquí y ahora, y no lo que te hicieron hace dos minutos, dos años o dos décadas atrás. Perdonar ayuda a hacerse cargo de las emociones actuales.

5. Cuando te sientas enrabiado, practica algún método de relajación o de manejo del estrés que evite la reiterada reacción inicial de enfrentamiento o huida ante la situación que te molestó.

6. Deja de esperar de los demás lo que ellos no han escogido entregarte. Hay muchas cosas que escapan de nuestro control y debemos aprender a lidiar con ello.

7. Dirige tu energía en buscar emociones positivas y encuentra otras maneras de lograr tus objetivos, evitando recaer en experiencias que te hieran. Aprende del sufrimiento, ten buenas intenciones y practica la compasión por el otro.

8. Recuerda que una vida disfrutada y feliz es tu mejor forma de venganza. En vez de desearle mal a la persona que te ha hecho daño, aprende a buscar el amor, la belleza y simpatía que hay en él.

9. Conoce una historia de sufrimiento que te recuerde el poder heroico de perdonar.

No olviden, practicar el perdón reduce la rabia, los sentimientos depresivos y el estrés, además de generar mayor esperanza, paz, compasión y confianza en ti mismo. Conduce a relaciones interpersonales más enriquecedoras y a un mejor estado de salud.