LA PAREJA: CUANDO SON MÁS QUE DOS

La mayoría de las veces las familias comienzan como una pareja y luego va aumentando el número de integrantes con la llegada de los hijos. Este es un momento de felicidad en las parejas, lleno de ilusión y expectativas. No obstante, muchas veces se ve idealizado, ya que no se visualizan los desafíos y complejidades que aparecen con su llegada. Antes de la llegada de los hijos, es muy fácil dividir los tiempos en pareja y los individuales.

Habrá parejas que determinarán entregar más tiempo para ellos juntos o para sus intereses, o bien para sus compromisos individuales. Se ve practicable, sólo son dos para decidir, para algunas parejas es fácil y para otras más difícil, pero eso da para otra reflexión. En esta oportunidad nos referiremos a la complejidad cuando llega un tercero, es decir el primer hijo, y sigue aumentando cuando llegan más hijos.

Como vemos el tiempo en pareja disminuye y la complejidad para buscar un tiempo juntos va en aumento. Esto es parte del ciclo vital de una familia, en donde la pareja debe reinventarse, dado que el contexto ha cambiado y les demanda nuevas labores y responsabilidades. Los nuevos roles parentales ocupan la mayor parte del tiempo de la pareja, por lo que no sólo disminuye el tiempo que disponen, también disminuyen los tiempos individuales.

Esta etapa, como cualquier etapa nueva, es un desafío y conlleva a una crisis; en este caso una crisis normativa, dado que es esperable que ocurra, ya que como dijimos, es parte del ciclo vital de la familia. Cada pareja es única, por lo que cada una vivirá esta etapa de manera diferente.

En la consulta, cada vez es más recurrente que las parejas acudan a terapia durante esta etapa del ciclo vital y por lo general lo hacen cuando el nivel de estrés en la pareja y las escaladas emocionales (peleas o discusiones) son altas o cuando la distancia entre ellos es significativa. Hay parejas que discuten mucho, ya sea por los roles parentales, por las diferencias en educación, etc y otras que no discuten tanto pero la distancia emocional y la indiferencia crecen y crecen distanciándolos como pareja y como equipo parental. Como hemos señalado, es un momento de crisis, lo que hace que se desplieguen nuestros miedos más profundos respecto a la maternidad y paternidad, por lo que más que nunca se necesita ser equipo y “pareja” con nuestro otro significativo.

Por eso es importante tener en cuenta algunos factores en esta etapa, con el objetivo de prevenir en pareja la distancia que se puede producir entre ambos:

– Primero que nada es importante poder visualizar esta fase como un momento de cambio, de adaptación, que conlleva crisis, pero normalizarla. Es normal que ocurra y tiene que ocurrir para que la familia logre adaptarse de manera adecuada y todos estén cómodos y felices con sus roles y responsabilidades.

– Por otra parte, es importante que la pareja logre determinar un tiempo para ellos, para conversar acerca de esto, para expresar sus emociones, ya sea respecto a la pareja, como del desafío de ser padres. Este tiempo no viene de la nada, hay que planificarlo sagradamente por lo menos una vez a la semana. Muchas parejas dicen “no tenemos tiempo”, bueno para eso es importante determinar con agenda en mano día y hora en la semana, esto es inamovible y como se dijo anteriormente, hay que proteger ese tiempo sagradamente.

– Además, es importante no olvidar que cada pareja es distinta, cada una tiene tiempos distintos y define su intimidad, sexualidad y emocionalidad de manera distinta. Las parejas suelen compararse con otras cuando no existe una “normalidad”, porque todas son diferentes y se definen a su modo. Asimismo, recordar que cada miembro es distinto, con sus emociones, miedos, expectativas, etc. Especial cuidado hay que tener con las expectativas, porque si no se conversan pueden estar muy alejadas de la realidad.

– La pareja debe poner énfasis en el cuidado del vínculo entre ellos. En esta etapa se pone en juego la mochila que cada uno lleva, en ella están las creencias, hábitos, costumbres, entre otros, sobre ser familia, maternidad y paternidad. Por lo que cada miembro de la pareja pone aspectos de su familia de origen y de su historia, desplegándose una serie de recursos como también vulnerabilidades. Por eso hay que ser cuidadosos y así como se cuida a los hijos cuidar el vínculo con la pareja.

– Si no se logra conversar en pareja, ya sea porque no pueden encontrar un tiempo, o porque al conversar se generan peleas intensas, o se sienten lejos el uno del otro, es importante buscar ayuda. Lo anterior con el fin de prevenir un mayor distanciamiento y no esperar hasta estar totalmente distanciados para pedirla.

Siempre es importante recordar que los hijos serán felices en la medida que sus padres o/u otros significativos sean felices, por lo que la pareja debe y tiene que cuidarse.

Ps. M. Francisca Cherniavsky A.