LOS TUYOS, LOS MIOS, Y LOS NUESTROS: CÓMO AYUDAR A LOS NIÑOS A VIVIR ESTE PROCESO

A pesar de que muchas veces el ideal es poder armar una familia desde cero con una pareja, la realidad no siempre es así. Por el contrario, el alto nivel de separaciones y de hijos nacidos fuera del matrimonio, nos ponen frente a una situación recurrente y compleja: las familias ensambladas o multinucleares. Una familia ensamblada es una familia compuesta por una pareja estable en la que uno o ambos adultos aportan a la relación actual uno o más hijos de una relación anterior; independiente si estos hijos viven o no con ellos.

En estas situaciones, generalmente se habla de las dificultades que puede tener la pareja para incorporar a niños de la relación anterior del otro, pero poco se habla de lo complejo que puede resultar para los niños este nuevo entorno familiar. Por lo mismo, la idea sería dar algunos consejos que pueden ayudar a sobrellevar el proceso de ensamblaje, de manera de considerarlos y de permitir un ambiente cálido, cómodo y de pertenencia.

Lo primero, sería tener en mente que lo que se está formando es una familia, no es una pareja que además tiene hijos, sino que es una familia, se debe querer ser familia. Asimismo, se debe tener claro desde un comienzo que ésta es una pareja de más de dos personas, es fundamental que haya consciencia, desde el inicio de la relación, que los hijos que trae uno o el otro siempre van a ser parte de esta nueva familia que se está formando.

Es importante que transcurra un tiempo antes de contarle a los hijos lo que está pasando, dar un espacio para que puedan asimilar la separación de los papás. Así, sería ideal que se le cuente a los hijos sobre la nueva pareja cuando vean que ellos están tranqui-los con la separación anterior, y cuando la relación nueva ya sea estable y lleve un buen tiempo. Muchas veces los hijos se sienten presionados a querer a la nueva pareja, poniéndose en juego la lealtad que tiene con su papá o mamá, por lo mismo, es muy importante dejarles claro que ellos tienen la libertad de querer a quienes quieran, y de no querer a quienes no quieren. La idea es bajarles la presión y permitir que haya gradualidad en la relación con la nueva pareja. Si se espera que tengan una relación íntima e intensa desde el comienzo, hay mayor probabilidad de que ésta decaiga con el tiempo. Además es importante tolerar la diferencia, y entender que no se va a querer a todos por igual.

En segundo lugar, es necesario que todo en esta nueva familia, sea progresivo. Como se mencionó anteriormente, las relaciones de los niños con las nuevas parejas de sus padres deben ser progresivas. Esto mismo se ve en las tareas de crianza, se debe hacer un trabajo lento y paulatino, donde lo primero es formar un vínculo de confianza y cariño, el cual permite, posteriormente, una relación centrada en la crianza. De esta manera, no se debe esperar ser el reemplazante del padre o la madre ni hacerse cargo de todo, es fundamental poder tomarse las cosas con calma y no intentar sustituir a los padres biológicos. De esta manera, él permitirá que la nueva pareja sea parte activa en su crianza.

Junto a lo anterior, es importante consignar que la autoridad corre mucho por la línea biológica (incluso si no hay convivencia), la idea es que el dueño de casa establezca normas como tal, y no como si fuera el padre o madre del niño. Primero se debe establecer el vínculo, después la norma, así, lo normativo debe darse en un ambiente afectivo y de cariño, sino, no funciona.

En tercer lugar están los aspectos prácticos, los cuales deben ser conversados con los hijos, temas como si van a tener pieza en la nueva casa de la mamá, si la polola del papá los puede o no retar, etc. Es muy importante decir las cosas que no son obvias para poder aclararlas. Esto es fundamental sobre todo para brindarle tranquilidad y seguridad al hijo, para que sepa y entienda cómo serán las cosas, y sobre todo, para que sienta que él también puede opinar.

Es justamente en estos aspectos prácticos que las creencias se ponen en juego, por ejemplo “Los niños no duermen en la cama de los papás”, lo cual puede traer problemas. En este caso lo ideal es ir marcando cambios de manera gradual, y no instantáneamente. Así todos se pueden ir acostumbrando a cómo funcionará la nueva casa sin imponer, sino más bien a través de la conversación con la pareja y con los hijos.

Resumiendo, estos son algunos de los factores que protegen a las familias ensambladas: gradualidad en las relaciones, voluntad y paciencia, sentido común y sentido del humor, sentido de familia, el tiempo dedicado a los hijos, la calma, el respeto, el entender que no todos se van a querer por igual, es decir, tolerar las diferencias. También el darle voz a los niños, saber cómo están, si tienen miedos o si hay algo que les está molestando. Es fundamental poder generar coparentalidad, es decir, una relación cooperativa y de ayuda que no deje de lado a la madre o padre de los niños, sino que se coordinen entre ellos con coherencia.

Alexandra Sclavos

Psicologa Clinica