DISCIPLINA POSITIVA: MÁS ALLA DEL CASTIGO

Es muy común escuchar esta frase de los padres: “mi hijo no me hace caso”, “es como si no me escuchara”, “tengo que repetirle mil veces las cosas para que las haga”… y es también común que como los niños “no obedecen” se apliquen castigos, tras castigos… y esto se va perpetuando en el tiempo, sin ver resultados en su conducta.

Sabemos que los niños no siempre hacen lo que los padres quieren. Es por esto que necesitamos encontrar un nuevo camino, uno en el que el niño respete al adulto y el adulto respete al niño. A este camino le llamaremos “disciplina positiva”. A menudo se asocia disciplina con castigo; sin embargo, la disciplina es mucho más que eso. Es el proceso de enseñar a los niños a comportarse adecuadamente en circunstancias diferentes. Su sentido real es formar y educar. La disciplina ayudará a que el niño(a) tenga auto-respeto, aprenda a manejar su independencia, desarrolle habilidades sociales, sea tolerante, responsable y respete límites.

Si la disciplina es coercitiva o por el contrario, muy permisiva, influirá negativamente en el desarrollo de los niños; no sólo es más difícil que logren las habilidades ya nombradas, sino que además, tienen mayor probabilidad de involucrarse en conductas agresivas. Es necesario encontrar un equilibrio.

Además, es importante recordar que el vínculo afectivo es la base para implementar la disciplina, y que el enfoque más positivo implica sustituir el “no” por alternativas constructivas, y reconocer avances y logros, reforzando éstos.

Para el aprendizaje del comportamiento apropiado, se necesitan reglas. Es fundamental que exista alianza entre los padres (acuerdo en lo que se va a enseñar o exigir), que sean predecibles y consistentes (que se mantenga lo acordado); y que se establezcan límites firmes y claros. Los niños aprenden con la experiencia, por lo que tener consecuencias lógicas para el mal comportamiento ayuda a que ellos aprendan a ser responsables de sus acciones sin afectar su autoestima.

Dentro de este enfoque es que les entregamos las siguientes recomendaciones:

• Los padres deben hablar entre sí acerca de cómo quieren establecer las reglas.

• Una vez que se establecen las reglas, los padres deben explicarle al niño las consecuencias de romper las reglas.

• Asegúrese de que lo que usted le pida a su hijo(a) sea razonable, acorde a la edad del niño.

• Hable con su hijo(a) como usted desearía que alguien le hablara a usted. No recurra a ponerle nombres, gritarle o faltarle el respeto.

• Sea claro sobre lo que usted quiere decir. Sea firme y específico. Esto es la base de órdenes eficaces:

– Frases sencillas y claras

– No repetir muchas veces la instrucción

– Permanecer con el niño después de dar una instrucción (hacer cumplir las reglas)

• Sea un modelo positivo de comportamiento.”Haz lo que yo digo, no lo que yo hago” NO resulta.

• Permita la negociación y flexibilidad; ello puede ayudar a establecer las habilidades sociales en su hijo(a).

• Comprender la situación y las emociones que llevaron al niño a presentar el comportamiento que usted está corrigiendo.

• Permita que su hijo(a) experimente las consecuencias de su comportamiento. Si la conducta inapropiada es grave, entonces los padres deben detenerla, pues la protección es siempre lo primero.

• Cuando sea posible, las consecuencias deben llevarse a cabo de inmediato, deben estar relacionadas con la regla que se rompió y deben ser de corta duración para que usted pueda volver a enfatizar lo positivo de nuevo.

• Las consecuencias deben ser justas, y acordes a la situación y la edad del niño.

• Celebrar los avances, logros y aprendizajes. Más elogios y menos críticas.

Educando con amor, dignidad y respeto, nuestros niños crecen con alegría, amando la vida, valorándose y dispuestos a entregar cariño.

Dr Viviana Egaña

Psiquiatra Infanto-Juvenil