Peleas entre hermanos ¿Cómo manejarlas?

Si hay algo que puede suceder más seguido en estos tiempos de encierro, son las peleas entre hermanos. Es una situación completamente normal dentro de las familias, por lo que no queremos entregar una visión de que hay que reducirlas al 100%; de hecho, con ellas los niños aprenden a establecer límites, expresar sus emociones y resolver conflictos, y al ocurrir en un contexto familiar, este espacio necesario de aprendizaje se da en un marco más seguro. Los niños dentro de las familias pueden expresar su enojo y señalar libremente aquello que les gusta o disgusta, lo cual para aquellos que son introvertidos, podría ser muy difícil de realizar en otros contextos, como por ejemplo el colegio o con los amigos. No obstante, siempre es necesario intervenir cuando hay una agresión física de por medio, y por lo mismo, establecer una estrategia clara y consistente que evite que los niños recurran constantemente a este tipo de acciones.

 

1.Siempre intervenir cuando hay una pelea con agresión física (empujones, golpes, patadas, mordeduras, etc) para separarlos y prevenir futuras agresiones. Detenerlos con calma, utilizando las manos señalando “parar”, a la altura del pecho. Cuando ocurren peleas con agresión física es necesario poner límites a todos los involucrados, es decir, a todos los hermanos. Frecuentemente hay diferencias de edades, alturas o sexo, lo cual puede complejizar la intervención del adulto. Por ejemplo, si un hermano le pega a una hermana puede ser más fácil intervenir diciendo “no se le pega a las mujeres”. Si bien esta expresión es correcta, es necesario que el niño aprenda que los conflictos no se solucionan a golpes sea con una mujer o un hombre, por lo tanto, es mejor evitar esas distinciones.  Asimismo, si uno de los hermanos es mucho menor en edad o hay una diferencia física significativa, es importante enseñarle a poner límites y evitar situaciones de riesgo.  

 

2.Ayudar a que ambos niños involucrados se sientan seguros. Para ello, el uso de una tonalidad de voz tranquila y no agitada ayuda muchísimo. Además es útil realizar contacto físico, tocando el hombro o la mano para que se sientan conectados y seguros. Evitar preguntar: ¿Qué le hiciste? y preguntar de manera generalizada: ¿Qué pasó? Asimismo, darle espacio a todos los involucrados para que puedan expresarse en turnos.

 

3.Si uno de los niños resulta herido, es importante ayudar a ese niñ@. Entregar seguridad, asistencia, banditas, hielo y sobre todo empatía. Si fue herido de manera muy grave, llevarlo a otra habitación y así no gritar impulsivamente al niño agresor. Se puede señalar lo siguiente: “Esto debe haber dolido mucho, rápido Tomás, trae un pack de hielo”. De esta manera, se involucra al otro niño desde una posición de reparación versus una culposa.

 

4.Dependiendo de qué tan alterados estén los niñ@s,  evaluar si requieren de un “tiempo de calma”. Por ejemplo: “Puedo ver que están muy enojados entre ustedes, quiero oírlos a ambos para saber qué les molestó. Vamos a calmarnos unos minutos para que podamos hablar. Tomás siéntate en el sofá, y Sofía por favor siéntate en la silla. Ahora, respiremos tres veces de manera profunda… Respira profundo, ahora saquen fuera toda esa rabia.”

 

5.Acercarse a los niños, y rodear a cada uno con un brazo, para que puedan oír quién está hablando. Es muy importante demostrar de manera no verbal, una postura de calma y firmeza. 

 

6. Entregar a  cada niñ@ , la oportunidad de hablar y reflejar de vuelta lo que oíste.  “Tomás le pegaste porque rompió tu camión favorito, ¡estabas tan molesto!”. “Sofía, no tenías la intención de romperlo, ¿cierto? Sólo querías verlo”.

 

7. Construir reglas familiares sobre el respeto al otro y las peleas. Idealmente deben estar construidas en positivo y ojalá que no sean más de tres. En vez de decir “no golpear, golpear duele”, lo podemos cambiar por “di lo que piensas o quieres sin atacar al otro”, “resolvemos los problemas sin golpes”, “tratarnos  de manera amable y educada”. Podemos ponerlas en algún lugar visible de la casa para que todos las recuerden y los niños pueden escribirlas, dibujarlas y decorarlas. Es importante explicarle a los niños qué significa respetarnos, qué significa tratarlos amablemente, no asumir que los niños saben o comprenden estos conceptos. Habitualmente usamos conceptos muy globales, por lo que es necesario preguntarles “¿sabes qué significa tratarse amablemente?… dame un ejemplo”. Y así nos aseguramos  que ellos saben cómo comportarse de manera adecuada.

 

8. Guiar a cada uno de los niños, para que expresen al otro cómo se sintieron: “Puedes decirle a tu hermano o hermana no me pegues”. “ Puedes decirle a tu hermano con palabras, que quieres usar su camión, él necesita que tú le preguntes.” Es importante no solamente mostrarle al niño formas más adecuadas, sino que también pedirle que repita.

 

 9.  Si uno de los niños ataca al otro, redirigirlo para que exprese cómo se siente y no lo que piensa sobre  el otro hermano. Por ejemplo si el niño dice : ”Eres un tonta, Sofía”; uno le puede decir: “Tomás, dile a tu hermana lo que quieres y cómo te sientes”: “Quiero que me preguntes, antes de usar mi camión sin mi permiso, ahora las ruedas están rotas, me siento triste”. Le puedes decir : “Las palabras no son para herir, son para comunicarse”.

 

10.   Guía a tu hijo para que repita lo que el otro siente: “¿Qué dijo tu hermano?”. Es una manera de reflejar  y dar importancia al otro.

 

11.   Busca posibilidades de reparación: “Los dos están muy enojados.  A los hermanos los tratamos con cariño y no les hacemos daño. ¿Qué pueden hacer para mejorar las cosas?”. Siempre incentivar la reparación.

 

12. Enseñar a los niños maneras para calmarse: cuando estén calmados, hagan una lista sobre cómo podemos tranquilizarnos cuando estamos enojados. Por ejemplo: escribir o dibujar cómo se sienten, respirar y contar hasta 10, imaginar que hacemos un agujero y metemos el enojo ahí, escuchar música y bailar, tomar agua, jugar a la pelota, usar botella de calma, entre otras. Luego, ponerla en algún lugar visible de la casa.

 

Hemos visto cómo detener una pelea, pero también podemos utilizar estrategias para prevenirlas. Por ejemplo, elogiar cada vez que los hermanos logran resolver conflictos sin utilizar agresiones verbales o física. Podemos decir “Lo han hecho muy bien, lograron compartir y turnarse para jugar, los felicito a los dos”. Elogiar a los hermanos cada vez que logren trabajar en equipo, “Ustedes hacen un equipo excelente, se han puesto de acuerdo y han solucionado los desacuerdos muy bien, estoy orgullosa de los dos”. Muchas veces damos como “obvio” que los niños saben lo que es compartir o turnarse, pero es necesario enseñarles y practicar con los niños, para asegurarnos que están aprendiendo.

 

Para finalizar, también en la línea de la prevención y el desarrollo de una mejor relación fraterna, juegan un rol importante los valores familiares de justicia (que en la práctica se traduce en acciones equitativas de los padres hacia los hijos) y de tolerancia cero al maltrato y abuso. Detectar cuando un hermano mayor está siendo abusivo con uno menor, enseñarle la forma correcta de tratarlo (en positivo), modelar buenos tratos en la pareja y hacia los niños.

 

Estas son algunas estrategias que pueden usar con  niños para ayudarlos a manejar las peleas. No obstante, si éstas son persistentes, muy violentas y afectan de manera significativa las relaciones familiares, es necesario pedir ayuda profesional. Es esencial no permitir los golpes y descalificaciones dentro de la familia, pero a la vez, entender lo que les pasa a los niños y transmitirles la esperanza que aprenderán a resolver sus conflictos sin golpes.

 

Equipo transiciones.