La crianza de los preadolescentes (a partir de los 10 -12 años) puede ser un gran desafío. Muchos padres nos comentan en la consulta que las estrategias que utilizaban anteriormente con sus hijos, ya no dan resultado. Es por esto que las consecuencias, o simplemente que los niños los vean como figuras de autoridad, como solía ocurrir durante la infancia, ya no funciona. Las hormonas ya comienzan a hacerse notar, están a las puertas de la pubertad, y la importancia de los pares se incrementa. Frente a esto, muchos padres reaccionan con mal humor, incrementando así la distancia con sus hijos.
Los preadolescentes necesitan tener un lugar seguro al que acudir, sobretodo porque comienzan a explorar el mundo que los rodea y esto a veces les atemoriza. Los niños que se sienten desconectados de sus padres pierden su estabilidad y comienzan a buscarla con los pares.
La única manera de tener una buena relación con tu hijo en la adolescencia, es sentar una buena base en esta etapa, con un buen vínculo, aun cuando se le aliente a tener cierta libertad propia de su edad. Les compartimos algunos tips de parentalidad postiva para esta etapa:
1.Mantente conectado: comiendo juntos todas las noches o tanto como sea posible. Se ha demostrado que los niños que comen con sus papás y comparten un tiempo juntos, les va mejor en el colegio, tienen menos tendencia a consumir drogas y alcohol y son menos propensos a tener depresión o ansiedad. Además de la comida, es recomendable agendar un tiempo a solas con cada padre, por ejemplo una vez al mes salir con cada uno de los padres.
2. Para reducir la rebeldía, reconoce y trabaja con tu hijo su necesidad de independencia: los padres al sentirse con menos poder en la relación con sus hijos, tienden a compensarlo poniéndose sobreprotectores. Es por esto que hay que poner límites razonables y asegurarnos de mostrar empatía cuando no estén de acuerdo. Su trabajo es testear los límites y el tuyo es ponerlos en base a tus valores. Por ejemplo, los niños comienzan a querer estar más con sus amigos y a realizar cosas a solas con ellos. Es importante delimitar los tiempos para esto y darles la oportunidad, ¿Puede ver a sus amigos en la semana? ¿Sólo un día del fin de semana? ¿Hasta qué hora y en qué lugar?
3. Replantéate tus ideas previas sobre disciplina: estrategias punitivas y de control dejan de tener efecto una vez que tu hijo dice “no me puedes mandar”. Incluso las consecuencias dejan de funcionar, porque los preadolescentes se niegan a cumplirlas, sintiéndose controlados, por lo que hay mayores posibilidades que se rebele en contra tuya. Para que tome conciencia de sus acciones, se recomienda ayudarlo a reflexionar sobre los efectos que tienen sus acciones en los otros y en él. Por ejemplo: “veo que estás muy apurado estudiando para tu prueba de mañana, me imagino que es estresante y no te gusta. Veamos qué podemos hacer para tus próximas pruebas, para que no te sientas de esta manera”. El resultado natural de estudiar sólo un día antes de la prueba es estresarse y apurarse, por lo que si le puedes hacer notar esto, en vez de castigarlo porque no estudió con más días de anticipación, hará que para la próxima vez se planifique mejor.
4. Ten en cuenta a sus hormonas: El cuerpo de tu hijo está cambiando, creando inestabilidad de ánimo, distractibilidad y preocupación por el sexo opuesto. Además, su cerebro se está “recableando”, lo que lo puede hacer más emocionalmente volátil. Lo anterior puede llevarlo a tener fuertes frustraciones sin siquiera saber por qué. Si esto ocurre, dile que puedes ver lo enojado que está y que le quieres dar tiempo para que se calme antes de discutir el asunto. Pregúntale si quieres que te quedes con él o si necesita estar solo. Luego, un vez que se calme, abrázalo y escucha lo que tiene que decir. Incluso si no estás de acuerdo con su punto de vista, muéstrate empático y trabajen juntos en encontrar una solución que les agrade a los dos.
5. Comienza la búsqueda de la identidad: Apóyalo en su búsqueda de identidad y nuevos gustos, incluso si estos cambian semana a semana. No ridiculices ni castigues su forma de vestir, si es apropiada, y ten una mente abierta para escuchar sus nuevos gustos musicales. Especialmente apoya sus nuevos hobbies, ya que estos serán un factor protector durante la adolescencia.
6. Enfócate en enseñarle a reparar sus errores: Introdúcele el concepto de “reparar”. Esto no es una consecuencia ni un castigo que le impones, ya que ocurre cuando le preguntas a tu hijo si hay algo que él puede hacer para hacer que la situación mejore. Por ejemplo, si insulta a su hermana, necesitará trabajar en la relación para repararla. Si rompe algo, necesitará pagarlo.
7. Llega a un acuerdo con tu hijo sobre que hay reglas familiares que no son negociables: No deben ser muchas, pero sí las que conllevan a aspectos importantes como el respeto, tareas, y tiempo de exposición a pantallas. Discútanlas como familia y lleguen a acuerdos, para que así le hagan sentido a tu hijo, las entienda y pueda seguirlas.
Ps. M. Francisca Soto T.