Muchos padres se preguntan cuándo es necesario comenzar a enseñar hábitos y rutinas a sus hijos, que mantendrán a lo largo de toda la vida. No es una tarea sencilla, pero si se es constante los niños obtienen buenos resultados que permanecen durante el tiempo. Muchos padres se sienten desanimados porque sus hijos no logran seguir las rutinas, la clave es la constancia y paciencia. Por esto a continuación explicaremos cómo lograr esta tarea que a veces parece difícil, pero que en realidad es posible si se le dedica el tiempo adecuado.
En el desarrollo infantil, las rutinas y hábitos son esenciales para su proceso de crecimiento. Se deben comenzar a incorporar desde temprana edad. Si se espera para formarlos, cuando el niño sea mayor, resultará una tarea mucho más compleja. La enseñanza de los hábitos debe comenzar desde los primeros años, cuando ya más que imitar, el niño repite las conductas porque le gustan. Las rutinas van evolucionando dependiendo del crecimiento del niño; se desarrollan en cantidad y en complejidad. Por ejemplo, si le enseñamos al niño a dormir a las 8:30 p. m., más adelante no pondrá problema al momento de ir a la cama o probablemente ya estará agotado a esa hora.
Es necesario ayudar al niño a seguir una serie de actividades diarias, que sin proponérselas sean esenciales para él, como, por ejemplo, peinarse o lavarse las manos antes de comer. Para que el niño vaya adquiriendo hábitos se les debe repetir una y otra vez, y principalmente por medio del ejemplo.
Algunas rutinas para enseñarles pueden ser saludar, ordenar su pieza y juguetes, y a medida que vaya creciendo horarios para las tareas, comidas, hora de bañarse y hora de acostarse. Resulta positivo explicarle la razón de las acciones, por qué es bueno lavarse las manos antes de comer, cepillarse los dientes, bañarse, cómo influyen estas tareas en la salud, etc. En un comienzo será positivo ayudar al niño a realizar estas actividades, para que luego comience a realizarlas solo.
La clave para todo esto es la constancia, la paciencia y la repetición. Tanto los hábitos como las rutinas, pueden tardar algunos meses en incorporarse, pero no por eso debemos decepcionarnos o pensar que es una tarea imposible. Es claro que en algunas ocasiones se deberá ser más flexible y adaptar las rutinas a las necesidades del niño, sobre todo a medida que vaya creciendo y sus actividades y horarios puedan ir cambiando.
Algunas recomendaciones:
-Establecer rutinas que consideren el tiempo de alimentación, de juego, de tarea, de limpieza y de sueño.
-Proporcionar un lugar adecuado que el niño identifique como “su lugar de estudio y de tareas”, éste deberá estar ventilado, bien iluminado y libre de factores distractores
-Guiar el desarrollo de sus tareas dándole las indicaciones, pero no mostrándole la solución o solucionándolos por él.
-Felicitar al niño cada vez que cumpla las rutinas establecidas y desarrolle correctamente las tareas o estimularlo con “premios” que lo motiven a seguir esforzándose.
-Expresar con demostraciones al niño y de una forma sencilla lo que usted quiere que haga.
-Explicar la importancia de la actividad, por ejemplo “se deben lavar las manos antes de comer porque podemos contaminar la comida y enfermarnos”.