Muchas veces, los padres no saben cómo enfrentarse a la frustración de sus hijos. Si durante la infancia la frustración no es manejada de forma adecuada, pueden aparecer dificultades emocionales, existiendo comportamientos inapropiados para la edad, como niños que rompen cosas, hacen rabietas, patean a sus padres, u otras conductas que demuestran falta de autocontrol. Por esta razón en este artículo comentaremos cómo podemos guiar a nuestros niños en esta conducta.
La frustración es un sentimiento que forma parte del desarrollo humano saludable, por esto los niños deben ir aprendiendo desde muy pequeños que no todos sus deseos pueden ser satisfechos. Si el niño tiene el afecto de sus padres, aunque se equivoque tendrá la seguridad de contar con ellos y aprenderá a manejar la frustración de manera adecuada. Cuando los padres son demasiados sobreprotectores y no permiten que el niño aprenda a resolver sus problemas, difícilmente éste aprenderá a tolerar la frustración cuando se le presenten obstáculos que le impidan satisfacer sus deseos.
Se necesita equilibrio para no enfrentar al niño a frustraciones excesivas, pero también se debe tener cuidado de no ceder inmediatamente frente a todas sus demandas. Los adultos deben actuar como modelos a seguir por sus hijos cuando se ven enfrentados frente a algún problema, no descontrolándose delante de ellos. Si reconocen que hay un contratiempo o problema y buscan soluciones más que enojarse, serán un modelo adecuado para sus hijos. La idea es que frente a la adversidad, los niños vean que sus padres son capaces de reaccionar serenamente, sin negar el problema y sin ofuscarse.
Cuando el niño pierde el control no es bueno intervenir de forma inmediata, porque nadie cuando se ofusca procesa los argumentos que se le dan, más bien producen el efecto contrario. Es necesario esperar a que se calme y tratar de razonar con él sólo cuando esté más relajado, diciéndole que cuando se está aprendiendo algo, muchas cosas no resultan a la primera y que uno se equivoca muchas veces antes de aprender a hacer las cosas bien.
En la vida nuestros hijos se encontrarán con distintos obstáculos que harán que no resulte todo como ellos quieren. Decirles “no” cuando sea necesario, poner límites, y permitirles que resuelvan los problemas por sí solos son cuotas de frustración que les permitirán aprender a tolerarla y confiar en sus capacidades. Se les debe enseñar a los niños que el error es parte necesaria de los aprendizajes y de la vida, siendo siempre posible empezar de nuevo y buscar soluciones.
Consejos:
-Sea tolerante con las equivocaciones del niño, no le haga sentir que equivocarse es una tragedia.
-Cuando el niño se esfuerce, aunque no le resulte reconozca el esfuerzo y anímelo a seguir, enfatizando que es normal equivocarse cuando uno está aprendiendo.
-Cuando usted se equivoque reaccione frente a los niños con calma, diciendo por ejemplo “otra vez me resultará mejor”.
-Haga con los niños alguna actividad en común, en que resulte evidente que usted no tiene éxito y vívasela con humor, para que pueda aprender de usted cómo tolerar la frustración.
-Si el niño se ofusca y está fuera de control espere a que se calme antes de razonar con él, porque cuando está ofuscado no entiende razones, y por el contrario, puede ofuscarse más.
-Enséñele a relajarse, ya que podrá ver el problema desde una mirada más positiva.
-Enséñele a identificar el sentimiento de frustración, si al niño le resulta difícil verbalizarlo puede decirle “veo que estás enojado porque no te resultó lo que querías hacer. Relájate e inténtalo de nuevo”
-Enséñele cuándo pedir ayuda. Al no resultarle una determinada tarea se le puede decir: “inténtalo de nuevo, no te preocupes”. Cuando el niño no sepa qué más hacer, hay que decirle que pida ayuda. Cuando nos demos cuenta que el niño se está frustrando con alguna tarea, intervenga para enseñarle a evitar la frustración: “¿qué podrías hacer en lugar de enojarte o abandonar tu tarea?, “¿qué soluciones se te ocurren?”
-Cuando pueda resolver un problema sin frustrarse, felicítelo por no haber reaccionado con su respuesta habitual de ira ante la frustración. Establezca un sistema de recompensas para reforzar esa actitud adecuada.
-Modifique la tarea, enseñándole al niño una forma alternativa de resolver la actividad. Si es muy compleja para él, se puede dividir en partes pequeñas, con ciertos objetivos, hasta llegar al objetivo final.
Bibliografía recomendada:
Milicic, N y López de Lérida, S. “¿Quién dijo que era fácil ser padres? Guía para ayudar a superar las dificultades de los niños en edad escolar”.
Pantley, E. “Disciplina sin llanto”